03 octubre 2006

Mi amor mio

- ¡Idiota!
- ¡Idiota vos!
Prepara la comida con sus ojos de cebolla y su corazón de tomate. Una vez le dijeron que lloraban, sí, que cuando los cortaban para hacer salsa se desangraban y rompían en gritos.
"Pobrecitos, nunca creí ser tan cruel, pero son tan ricos".
- Dale tarada, no tenés todo el día.
Sus dedos de cuchillo cortan el pan, es un gesto suave que no despierta sospechas, es un movimiento preciso que no admite dudas. Después su mano de taza sirve el té y no hay prisa, su otra mano, la de cuchara, revuelve el azúcar del fondo dando vueltas siempre hacia la izquierda, menos la última.
- Dale che, las tostadas.
Hay como un humo con olor y su nariz extractor lo disfruta, recuerda los sesenta y cierra sus ojos de perciana americana que luego abre como puerta balcón. El está ahí, siempre esta ahí. La dirige, la presiona. Es infalible. Con sus ojos de nuez y su voz de cotorrón siempre le dice y le dice y le dice...
Entonces sus orejas son de algodón y su boca de almendras.
Hay un apuro, hay una incertidumbre, hay un correr espacios de cajones vacíos. Hay una soledad y un book de fotos color. Nada más es necesario, ni siquiera el otro, porque uno solo basta para ser ambos. La soledad de estar solo y la soledad de estar con otro como uno pero distinto. Como mirarse al espejo y verse la espalda, la nuca y las nalgas. No sentir horror, escuchar al otro como a uno mismo, hacerle caso, obedecerle y salvarlo a él, al mismo de siempre, y a uno mismo.
Dedos de jabón, manos de espuma y un agua que nos corre por el cuerpo. Soy como él pero también como ella. Ahora sí, somos nosotros.
- Idiota
- Idiota vos. Nunca te voy a dejar.

Un cuentito de los mios

Despalabrado con esquíes

Tengo un soberano quiste en el premolar. Creo que soy un vago, me des-vago y no entiendo. Apenas camino. Voy. Me quedo. Estoy entumeciéndome. Me despalabro. No entiendo. Apenas soy.
– ¿Papá puedo comer un caramelo?
– Sí.
Cómo le explico. Audiciones pendientes y un estornudo. Un desodorante que se vuelve rebelde y la cortina del baño que se cae.
– ¿Papá puedo matar a mamá?
– Sí.
Juegan conmigo. Apenas eso. Un instante, un cielo, un alcanzar los brazos hacia arriba y ver las estrellas. Velar por todos. Velarme. Seguir siendo así, intenso, colorido y verde, fundamentalmente negro y gris. Estepario y Bazooka. Ser dolorido y barriento. Tener sed y sueño. Desperezarse en las mañanas y ser desesperado. Angustiarse y tener miedo. Ser valiente y tener hipo.
– ¿Papá puedo comer otro caramelo?
– Sí.
Estar a veces, siempre. Faltar a mí mismo. Ser un pedazo de alguien, tener antojos y caminar por ahí. Ser la pantera rosa cuidando un bebé ajeno y caminar con él. Velar por él. Ser jabón en polvo.
Tener marca y tomar soda. Mi logotipo es cuadrado y tomo veneno todos los días. Apenas un cuatro o un tres. Hoy fui hormiga dos veces, me estoy volviendo paranoico. Variaciones en blues y la mama bruja. Laudate Dominum. Ex Libris. ¿Dónde puse el sacacorchos? No puedo hacer nada sin él. Es el lugar perfecto para un crimen perfecto pero me queda un diente y un premolar con un quiste. Uso anteojos y la tos me los rompe. Sentarse y pensar en eso, en estar sentado. Despojarse y hacer eso, despojare. Romper y romper. Des-significar y cargar las armas, matar y matar.
– ¿Papá puedo matar a tu hija?
– Sí.
Equilibrarse y tomar conciencia. Un mundo, dos mundos. Estiércol por doquier y yo encerrado en el baño. No hay papel. Miro por la ventana. Es una cárcel. Hay unos perros afuera y me esperan a mí. Estoy solo y no me quiero perder. Música y promesas. Ya no leo y me vuelvo viejo a cada minuto. Me des-sangro y es eso, desangrarse. Me pierdo y es eso, perderse.
– Papá, tu hijo me quiere matar.
– Sí.
Ajeno. Inverosímil. Experto. Aullador. Usurero y temerario. Desvanecimiento absurdo del esperma. Esquema silógico veneciano. Apuntes al dente. Eventración secular y manchas de te. Ya no lloro más. Hace tiempo. Quizás a veces pero eso no es llorar. Es como un gemido de búfalo o de sapo de otro pozo. A veces quizás llueva, en otros lugares no. Yo estoy aquí, siempre estoy aquí.
– ¿Papá, puedo comer otro caramelo?
– Sí.
La abundancia y las celosías están arriba, en el tercer cajón del subsuelo. Al lado hay una “A” bien helvética. Es linda, siempre peinadita y sucia. Dicen que es huérfana de amigas y se que no es así. Es como una risa que le da de vez en cuando. Le pica la panza, se hace petisa, se tira un pedito y sube. Quizás desde aquí pueda verlas a todas. Pero estoy muy abajo, muy adentro y a fuera, en realidad, no hay nadie que me pueda ver. Me des-ven.
– Papá, no hay más caramelos.
– Bueno.
– Papá, no hay más mamá.
– Bueno.
– Papá, no hay más hermana.
– Bueno.
Creo que será mejor que me peine y me vaya. Después de que el sueño diamantino envejeció bajo la sombra de un alud nunca más hubo ráfagas ni tormentas, apenas unos brotecitos chiquititos que se trepan en los colectivos con sus manitas de mármol, de masapán, de yeso. Un chocar los excita, entonces se reproducen y son cormoranes verdes y rojos y vuelan reproduciéndose por todos lados y se besan y copulan bajo el agua y en los techos de tejas verdes de las escuelas. Son como crayones y son sonámbulos que comen caramelos, jamás toman mate y no producen recuerdos. Son azules y venden pastas caseras en las esquinas.
Jamás pensé que me des-palabraría de mi goma de borrar tinta y lápiz. Mi Faber estaba listo y mi pocket también. Estoy sudando como suda un gordo que suda cuando suda. “Suda”, entonces, no es nada. Pienso y no entiendo y me bajo del colectivo pero el puente no está y caigo al agua y todos piensan que soy un desgraciado, un pobrecito, un suicida, pero me des-suicido porque éste no es mi lugar.
Entonces vuelo como los cormoranes rojos y me como a mis hermanos y a mi madre y como padre no tengo, tengo hijos, pero no me los como. Soy un turista y ando en moto por ahí. Por la playa, por las grullas, por las huellas, por las dudas de tu mente que te aúlla.
Soy un reverendo desgraciado y ya no doy misa a las once. A esa hora duermo y me despierto soñando con Freud a las once y cinco. Entonces soy insomne y salvo todo lo que puedo del naufragio pero me quedo ahí. No voy a ningún lado y tengo mi caja PAN y mis chicles. Todo flota y yo soy una mierda que flota y se me ocurre putear y escupo flores a todos los que pasan y me salvo yo solito.

La tragedia griega - El ciclo Tebano

LA TRAGEDIA GRIEGA


Temática de la tragedia
Cuando los griegos iban al teatro, los temas representados ya les eran conocidos pues procedían de leyendas y mitos. Los héroes de la Ilíada de Homero o los personajes de los ciclos legendarios de Tebas y Micenas eran los protagonistas de las tragedias en las que el dramaturgo proponía un nuevo punto de vista sobre la leyenda o el mito ya conocido. Así pues, derivada de la épica homérica y de otras leyendas es la temática de la tragedia griega que se basa, principalmente, en dos ciclos: el ciclo de Micenas o de Argos y el de Tebas.


El ciclo de Tebas:
La figura principal de este ciclo es Edipo. Edipo era hijo de Layo, rey de Tebas, y de Yocasta. Un oráculo había anunciado al matrimonio que si tenían un hijo, éste mataría a su padre y traería la desgracia al linaje. Cuando nace Edipo, los reyes deciden abandonar al niño y atarle los pies a fin de que muera y no provoque las desgracias vaticinadas. El niño es encontrado, sin embargo, por el rey Polibos, el cual lo lleva a la corte y lo cría como si fuera su propio hijo. Ni siquiera Edipo conoce su procedencia.
Un día, el oráculo vaticina a Edipo lo que antaño vaticinara a su padre: que mataría a su padre y se casaría con su madre y traería desgracias a todo su linaje posterior. Para evitar esto, Edipo, ya hombre, abandona la corte de Polibos (el que creía que era su padre) para no acabar matándolo, y llega a Tebas.
De camino a Tebas tropieza con su verdadero padre, Layo de Tebas, y tras una discusión, Edipo mata a Layo, cumpliéndose una parte del oráculo, pero sin que él supiera que era así. En Tebas la Esfinge - monstruo mitad león y mitad mujer - tiene aterrorizada a la población, plantea enigmas a los que pasaban por allí y a los que no eran capaces de resolverlos, los devoraba. El enigma de la Esfinge era éste: ¿Cuál es el animal que cuando nace anda con cuatro patas, cuando es adulto con dos y cuando es más débil y viejo lo hace con tres?. Edipo responde que el hombre, que cuando nace gatea (cuatro patas) cuando es adulto anda erguido (dos patas) y cuando es viejo se ayuda del bastón (tres patas). La Esfinge, despechada y humillada se tira al abismo y acaba la presión que ejercía sobre Tebas.
Los ciudadanos de Tebas, agradecidos a Edipo, lo casan con Yocasta, viuda de Layo, y así Edipo gobierna en Tebas sin saber ni él ni nadie, que se ha casado con su propia madre. Años más tarde se descubre el incesto, principalmente debido a las heridas que Edipo tiene en sus piernas de cuando le ataron sus padres los pies para abandonarlo. Al saber la verdad, Yocasta se suicida y Edipo se arranca los ojos. Ocupa entonces el trono de Tebas Creonte, el hermano de Yocasta. Del matrimonio entre Edipo y Yocasta, habían nacido cuatro hijos: Etéocles, Polinices, Antígona e Ismena. Los dos varones (Etéocles y Polinices) al conocer el incesto provocado por su padre, lo expulsan de Tebas, por lo que Edipo maldice a sus hijos diciendo que acabarán matándose entre ellos. Para que la maldición paterna no se lleve a cabo, ambos hermanos deciden gobernar Tebas alternativamente un año cada uno. Etéocles comienza a gobernar, pero pasado un año, se niega a devolver el reino a su hermano. Polinices entonces va a Argos, donde se casa con la hija del rey, Argia. Polinices y Adrastro, el rey de Argos, se deciden a ir a Tebas a luchar contra Etéocles y emprenden la campaña bélica de "Los siete contra Tebas" (obra de Esquilo). Ambos hermanos, Etéocles y Polinices, se enfrentan y acaban matándose mutuamente.
Mientras tanto, Edipo, que había sido expulsado de Tebas y que había sido guiado, pues estaba ciego, por su fiel hija Antígona, muere en Colono. Una vez muerto su padre, Antígona vuelve a Tebas donde vivió con su hermana Ismena. Al morir los hermanos, Creonte, el nuevo rey de Tebas, decide que se den honras fúnebres a Etéocles, pero no así a Polinices que ha de morir devorado por las aves de rapiña, abandonado su cuerpo sin sepultura. Antígona, que no puede soportar la idea de que su hermano no sea enterrado, decide hacerlo y da honras fúnebres a Polinices. Creonte condena pues a Antígona por no acatar la orden, y su condena es ser encerrada viva en una tumba donde acabará ahorcándose. Hemón, hijo de Creonte, primo de Antígona y enamorado de ésta, se suicida junto al cadáver de su amada Antígona.

Por Internet es más fácil

La aparición de la computadora en el ámbito educativo todavía se debate entre los que están a favor y lo que están en contra. Como herramienta administrativa es totalmente necesaria. Como instrumento pedagógico, aún está por verse. Tal vez debamos los profesores tratar de investigar más en el asunto para charlar del tema desde adentro porque nos estamos quedando fuera de algo que los chicos utilizan con mucha naturalidad.
Propongo desde este blog que recién comienza tratar de encontrarle la vuelta a este asunto.

Gracias